Aromaterapia o el Arte de Curar con los Aromas

Ya los pobladores más ancestrales de nuestro planeta consideraban a las flores, plantas y hierbas como parte del mundo divino, símbolos de vida, fertilidad y abundancia. Por cierto, una creencia muy acertada y con fundamentos bien arraigados en la ciencia. 

De hecho, sus principios curativos fueron utilizados medicinalmente por culturas milenarias (vigentes aún hoy en día) como la china, egipcia, hindú, greca y romana. Datan los escritos que Hipócrates utilizaba sahumerios para menguar las pestes que acechaban a Atenas y que los soldados de Roma tomaban baños en aceites aromáticos, buscando la fortaleza necesaria para las batallas por librar.


Sin embargo, la primera escuela de la Aromaterapia se funda en la España invadida por los moros, entre los siglos IX y XI. Un punto geográficamente estratégico y cosmopolita, ruta y paso obligado de alquimistas que perseguían la sabiduría desde los lugares más recónditos del globo terráqueo. 
La Aromaterapia propiamente dicha, es decir, ejercida como terapia curativa, se expandió en todo Occidente en el siglo XIV a causa de las Cruzadas y la propagación de las enfermedades. Pero recién entre los siglos XVIII y XIX el campo de la ciencia estaría lo suficientemente preparado para aislar los principios activos curativos de las plantas medicinales.


Hoy en día, la Aromaterapia se vale de los llamados “aceites esenciales”, una mezcla de sustancias químicas extraídas de las plantas y que conservan los aromas característicos de su fuente de origen, ya sean flores, hojas, semillas, cortezas, frutos, especias, etc. Sus formas de aplicación son muy variadas, por lo que debe administrarse únicamente bajo la supervisión de un profesional. A continuación, te dejamos un top 5 de los principales aceites y sus propiedades curativas:

  • Lavanda: relajante, armonizadora y purificante. Regula la presión arterial, alivia los dolores de parto, las migrañas, quemaduras y picaduras de insectos. 
  • Limón: refrescante, purificante y estimulante. Favorece la circulación sanguínea, disminuye el stress y el cansancio mental. 
  • Jengibre: relajante, energizante y fortalecedor. Mejora la circulación de la sangre, alivia los problemas digestivos, ayuda a prevenir mareos y náuseas, y estimula el sistema inmunológico.
  • Menta: digestiva, descongestionante y antiséptica. Eficaz para tratar resfríos, relaja los músculos del estómago y del tracto intestino, y calma los trastornos nerviosos.
  • Pomelo: estimulante y purificante. Regula emociones negativas como la ira, combate problemas respiratorios y alivia el stress.

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