En este estado, la mente imagina todos los escenarios posibles y se congela o colapsa, porque todo parece demasiado. A todos nos ha sucedido: olvidamos que el poder del futuro está en el presente y que lo único que podemos hacer es dar un paso a la vez, y nada más.
La clave está en saber qué quieres a largo plazo para regresarte al presente y, desde allí, caminar en esa dirección. Debemos respetar el tiempo de siembra y riego para poder después cosechar.
Como me gusta ir a lo práctico, aquí van 3 buenos hábitos que reducirán tu ansiedad en el día a día:
Escribe todo lo que tengas que hacer: en vez de quedarte con las tareas en la cabeza, escríbelas. Esto libera espacio mental, además de permitirte ver en perspectiva aquello que tiene prioridad y poder así reorganizarte. Una cosa a la vez: aunque sepas que eres un excelente multitasker -quien hace muchas tareas al mismo tiempo-, practica hacer una cosa a la vez con toda tu atención. Esto sin duda reducirá tu ansiedad y, como premio, lograrás más en menos tiempo -a diferencia de lo que parece-. Poner el celular en modo silencioso es muy útil en este caso. ¡Preguntá! Si tienes dudas, no te anticipes ni presupongas. Cuanto más claras tengas las cosas, menor será la preocupación y tu ansiedad. La comunicación clara será tu mejor amiga -y desafío- de aquí en adelante. ¿Qué otra cosa puede ayudarte?
Sin duda, ejercitarte a diario, incorporar técnicas de respiración, dormir las horas necearias, comer saludablemente y estar más tiempo en contacto con la naturaleza.
En el programa Cuerpo En Armonía puedes encontrar mis mejores rutinas para llevar una vida en plenitud y con menos estrés.
Ahora, una de las cosas más importantes: disfrutar de tu propio proceso de crecimiento. Si no es en el camino, ¿cuándo?
Bendiciones,
Luana Hervier