La iluminación suele ser pasada por alto cuando de decorar un hogar se trata. Pero sobre todo cuando un espacio no cuenta con luz natural, saber iluminar correctamente un ambiente resulta indispensable. Ahora... ¿Qué tipo de luz es la que mejor se adapta a cada lugar de la casa? La respuesta depende de la temperatura del color de la luz. Y aunque suene demasiado científico, es tan simple como la forma en que el ojo humano percibe la luz.
Cuando la luz es cálida, es percibida en un tono ámbar, muy familiar porque es la que suelen emitir las bombillas incandescentes. Esta clase de iluminación se recomienda para espacios de reunión y descanso, como salas de estar y dormitorios. Y se caracteriza por aportar calidez y transformar los ambientes en lugares acogedores y relajantes.
Por el contrario, la luz blanca se percibe como una luz de tonos azulados y es ideal para ser usada en zonas de trabajo, como escritorios, oficinas, baños y cocinas. Se caracteriza porque permite ver con mayor claridad y porque incentiva la concentración.
Lo importante a la hora de decorar es aprender a combinar ambos tipos de luz según las necesidades de cada espacio. Por ejemplo, utilizando una luz cálida en la sala de estar pero resaltando un rincón de lectura con una lámpara de luz blanca. De este modo, no solo lograremos evitar que se generen sombras incómodas sino que además prevendremos la sobre iluminación.