El blanco puede decorar desde la entrada hasta el último detalle de una mesa y siempre se verá bien. Es el color más significativo para esta ceremonia y es el que más se utiliza ya que implica un lugar puro y, a la vista, da la sensación de un lugar inmaculado, prolijo y pomposo a pesar de que sea sencillo.
Vestir sillas y mesas de blanco es el primer paso para seguir adelante. Si es un espacio cerrado, las paredes y techo también se pueden cubrir con lienzos de ese color. Eso modificará totalmente el espacio, cubriendo también todas las imperfecciones que pudieran presentarse.
Para estos primeros pasos, entonces, no es necesario contratar una wedding planner. Con un poco de paciencia, lo puedes hacer tú misma con la ayuda de familiares y amigos. Lo mismo ocurrirá a la hora de preparar los arreglos florales que irán en las mesas.
La cuestión es conseguir buenos floreros o recipientes donde colocar las flores que adornarán las mesas y espacios de recepción: rosas blancas, calas y orquídeas, entre otras pueden ser algunas de ellas. También puedes sumar algunas velas. Las mesas no se verán recargadas ya que el color no cansa a la vista, sino todo lo contrario.
Si no te gustan las flores ni las velas, puedes utilizar adornos con luces blancas o amarillas. De la misma manera que las puedes utilizar como colgantes de un espacio al aire libre.
Como todo va a lucir de blanco, es importante que al momento de elegir los materiales, adornos y elementos de decoración, éstos tengan un toque especial que los haga diferentes.
Lo mismo a la hora de elegir el pastel de bodas. Cada detalle en color oro o plata cambiarán su look resaltando el estilo elegante que el blanco nos ofrece.
El blanco permite muchas opciones, es el color más fácil de adquirir y es el más distinguido. Si aún no tienes definido cómo decorarás el lugar donde realizarás tu boda, no lo dudes. Escoge el blanco y verás qué refinado quedará todo.