Si bien hasta hace un par de décadas usar pieles de animales en la alta costura era una decisión dada por default, hoy en día es inaceptable. Está tan socialmente condenado el uso de este material en las pasarelas, que este año Schiaparelli estuvo en el centro de la controversia por su colección inspirada en el Infierno de Dante. Esta propuesta estuvo protagonizada por diseños que emulaban de forma realista la cabeza de un león, una pantera y un tigre. Aunque este diseñador se excusó en que era algo “conceptual”, no pudo escapar de la catarata de críticas por lo que implica esta representación.
En un contexto que exige más que nunca conciencia ecológica y sustentabilidad, los sintéticos llegaron para quedarse. Ya no es necesario sacrificar un animal para lucir un cinturón de cuero.
Y no solo las marcas populares se pliegan a esto. De hecho, si antes la cuerina era una opción meramente económica, hoy, luego de un shot de marketing, se volvió una alternativa muy querida bajo el nombre de “cuero ecológico”. Tanto por el bienestar animal, como también por el impacto ecológico que implica la cría intensiva de animales.
Las grandes corporaciones también se están acoplando a este trending. Stella McCartney y Vivienne Westwood son algunas de las diseñadoras que han rechazado el uso de pieles de animales. Desde 2017 hasta la actualidad, Michael Kors, Gucci y Calvin Klein también anunciaron su renuncia a la confección de prendas de origen animal. A su vez, marcas como Adidas también tienen su línea vegana.
Desde los 101 Dálmatas a PETA
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Pero esto no siempre fue así. No es casual que la película de Disney “Los 101 dálmatas” se haya estrenado en 1961. En esa década, los activismos contra la crueldad animal instalaron en la agenda pública campañas para erradicar el uso de las pieles.
Dichas campañas alcanzaron su punto álgido en los años 90's, gracias a entidades como PETA, que hicieron intervenciones en desfiles de moda, con performances de alto impacto y slogans que calaron hondo en la opinión pública, como “Mejor desnudo que vestido con pieles”. Con el tiempo, este discurso, sumado a la preocupación creciente por la extinción de animales exóticos, ganó un terreno indiscutido. A su vez, varios países acompañaron este reclamo implementando prohibiciones para su venta.